Il. Cuygirl |
La ciudad de las estrellas
Fernando Alonso
Había una vez una niña que se llamaba Luna. Quizá, por eso, le gustaba tanto mirar las estrellas. Estrellas del cielo y estrellas del mar. La niña pasaba con su abuelo las vacaciones del verano. Y el viejo faro donde vivían era un observatorio excelente para contemplar el cielo estrellado. Por eso, Luna era feliz.
Por la mañana, su mirada flotaba sobre las olas. Y soñaba con las estrellas que vivían en el fondo del mar. Después del atardecer, sus ojos trataban de perforar el manto de la noche. Se lo había dicho muchas veces:
- Las estrellas más lejanas son las más hermosas.
Luna se sentaba sobre la barandilla del faro. Y, sujeta por el brazo protector de su abuelo, balanceaba las piernas mientras escuchaba sus palabras:
-¿Sabes qué día es hoy?
- ¡Claro! El 10 de agosto...
La voz de Luna sonaba un poco triste. Porque se acercaba el final del verano.
- Hoy es la noche más hermosa para contemplar el cielo. La noche de la gran lluvia de estrellas fugaces. Unos llaman a este prodigio las Lágrimas de San Lorenzo. Y otros, la Lluvia de las Perseidas.
La niña tenía tantas preguntas... No sabía por dónde comenzar. Por eso, el abuelo continuó su relato:
- ¿Sabes, Luna? Las estrellas también enferman. Igual que las personas. Unas veces enferman de soledad. Otras, de tristeza. Entonces, comienzas a desmoronarse. Y caen en pedazos hacia la Tierra. Los trozos de estrella dibujan líneas luminosas sobre la piel de la noche. Desaparecen todos, menos uno. Ese trozo es el corazón de la estrella. Y el corazón de la estrella se hunde en el mar. En un lugar que se llama la Ciudad de las Estrellas.
La ciudad de las Estrellas está en un valle marino. Muy profundo. Lejos de la mirada curiosa de los submarinistas. Es una especie de hospital, o casa de reposa. Allí, las estrellas enfermas recuperan sus fuerzas.
Las estrellas de mar, impulsadas por un magnetismo misterioso, envuelven el corazón de las estrellas del cielo. Este atrae también corales, arena y caracolas. de esta forma, comienza a crecer. Y, al cabo de un tiempo, mucho tiempo, el corazón de las estrellas vuelve a lanzar destellos. Al principio, de una manera muy débil. Luego, con una cadencia acompasada. Como si respirase.
Una estrella necesita siete años para recobrar sus fuerzas. El deseo de regresar, sana y fuerte, a su lugar en el cielo mantiene viva su esperanza.
Todos los peces las visitan y les tren trocitos de coral. Por eso, no se aburren en su espera. Por eso, y por la compañía de los peces payaso, que las entretienen con sus risa, sus muecas y sus bromas. Los peces payaso moldean las burbujas que sueltan por su boca. Unas veces, tienen forma de sonrisas. Y otras, de flores y de caballitos de mar.
- Abuelo... ¿cómo consiguen las estrellas volver al cielo?
- Aprovechan el arcoíris que aparece después de la lluvia. El Sol lo dibuja en el cielo. Y la estrella, llena de vida, trepa por sus peldaños de colores. Entonces, el arcoíris se transforma en un tobogán invertido. (...)
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