Emilia Pardo Bazán va néixer en La Coruña el 1851, en una família de la noblesa, i des de xicoteta va mostrar la seua afició per la literatura i l'escriptura. És una de les representants més importants de la literatura espanyola i es coneguda sobretot per l'èxit que va tindre un dels seus llibres: Los Pazos de Ulloa (1886). Ambientada en una zona rural de Galícia, mostra l'enfrontament inevitable entre la població rural i els personatges ben educats vinguts de la ciutat.
El llibre ha tingut nombres adaptacions per la televisió i el teatre des de que es va publicar per primera vegada. En la web de RTVE es poden vore els quatre capítols de les que consta la sèrie (1985).
Tomo I
1.
Por más que el jinete trataba de sofrenarlo agarrándose con todas su fuerzas a la única rienda de cordel y susurrando palabritas calmantes y mansas, el peludo rocín seguía empeñándose en bajar la cuesta a un trote cochinero que descuadernaba los intestinos, cuando no a trancos desigualadísimos de loco galope. Y era pendiente de veras aquels repecho del camino real de Santiago a Orense, en términos que los viandantes, al pasarlo, sacudía la cabeza murmurando que tenía bastante más declive del no sé cuántos por ciento marcado por la ley, y que sin duda al llevar la carretera en semejante dirección, ya sabrían los ingenieros lo que se pescaban, y alguna quinta de personaje político, alguna influencia electoral de grueso calibre debía andar cerca.
Iba el jinete colorado, no como un pimiento, sin ocomo una fresa, encendimientos propio de personas linfáticas. Por ser joven y de miembros delicados, y por no tener pelo de barba, pareciera un niño, a no desmentir la presunción sus trazas sacerdotales. aunque cubierto de amarillo polvo que levantaba el trote del jaco, bien se advertía que el traje de mozo era de paño negro liso, cortado con la flojedad y poco gracia que distingue a las prendas de ropa de seglar vestidas por cléridos. Los guantes, despellejados ya por la tosca brida, eran asimismo negros y nuevecitos, igual que el hongo, que llevaba calado hasta las orejas (...)
Iba el jinete colorado, no como un pimiento, sin ocomo una fresa, encendimientos propio de personas linfáticas. Por ser joven y de miembros delicados, y por no tener pelo de barba, pareciera un niño, a no desmentir la presunción sus trazas sacerdotales. aunque cubierto de amarillo polvo que levantaba el trote del jaco, bien se advertía que el traje de mozo era de paño negro liso, cortado con la flojedad y poco gracia que distingue a las prendas de ropa de seglar vestidas por cléridos. Los guantes, despellejados ya por la tosca brida, eran asimismo negros y nuevecitos, igual que el hongo, que llevaba calado hasta las orejas (...)